San José en tiempo de restricción. Con esa quietud de pueblo pequeño que calma el espíritu y eleva el alma cuando se huele el aroma que despiden las chimeneas a leña.
Nuestra plaza es un icono que se vacía cuando el cálido sol de invierno desaparece detrás del cerro La Isidora, para dar paso a una invitación a retirarse a la comodidad de un comedor donde espera un calentito pan que verá como se esparce la mantequilla.
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